Cómo lidiar con el dolor: a menudo, ¡cuestión de actitud!

Puede que el hombro, tal vez la rodilla, alguna parte de tu espalda, o quizás el cuello…las muñecas, la cabeza, el codo.. Habrá quien haya sufrido varios dolores a la vez y puede que también encadenado unos con otros, como un ratón atrapado en la rueda que por más que corre, no alcanza ningún lugar.

Tengo la impresión de que del dolor no se libra ni San Blas. Todos, absolutamente todos, si estamos vivos, hemos experimentado en algún momento de nuestra existencia, algún tipo de dolor. Más intenso, más o menos punzante, tipo intermitente, solo al realizar determinados movimientos, o relacionado directamente con algo concreto…

Voy a centrarme en aquellos dolores que no nos impiden levantarnos de la cama y aunque no sea de una manera óptima, nos permiten lidiar con el día a día de nuestra ajetreada vida. Tengo una buena noticia, el dolor es señal de que estamos vivos y tenemos capacidad de sentir!!!! Es obvio que para nadie es agradable y siempre tendemos a pensar justo ahora que…(lo que hayas pensado cuando te ha ocurrido). Eso nos pasa mucho a los deportistas, aunque de sobra sabemos que lesionarse es algo normal y que saber gestionar el dolor, identificándolo y sabiendo darle la importancia que tiene, es fundamental.

No sólo nos ha pasado alguna vez, sino que volverá en el futuro porque el cuerpo a pesar de ser una máquina fantástica y con inteligencia propia, sufre cambios, tanto en las estructuras óseas, como en los tejidos blandos…Le ocurre como a la naturaleza con los cambios de estación, se va adaptando al tipo de vida que se le exige y además, cada individuo lo vive de manera única, igual que no hay un árbol igual a otro, o cada planta va creciendo en función de diversos factores, tanto externos como propios de la misma. (Estaréis pensando: a ellos no les duele nada, en ese jardín, no voy a entrar).

El dolor forma parte del propio hecho de existir y del transcurrir a lo largo de la vida. El paso del tiempo es inherente al ser humano, eso no lo podemos cambiar. Lo que si podemos hacer es modificar la manera con la que miramos ese dolor. No siempre que sentimos dolor, es señal de algo terrible. A veces, el cuerpo se queja y no tiene por qué tratarse de nada reseñable. Tendemos a pensar que la parada en seco, es la solución, el reposo absoluto, por si acaso, cuando en realidad hay bastante probabilidad de que puedas mantener cierta actividad que a lo mejor, te sorprende proporcionándote unas herramientas fantásticas para lidiar con esos dolores recurrentes a lo largo del tiempo.

Lo que puedo transformar es mi pensamiento, deshaciéndome de miedos, clichés que lo único que consiguen es dar protagonismo a algo que a lo mejor no lo merece. Lo que sí puedo es buscar desviar la atención de mi mente, encaminándola hacia algo mucho más práctico y positivo, como puede ser buscar patrones de movimiento que acallen esas voces interiores, tan negativas y limitantes. Lo que sí puedo es mantener la maquinaria engrasada, soy responsable de proporcionarle a mi cuerpo lo que necesita y el movimiento es el mejor lubricante para las articulaciones, para los músculos e incluso para los huesos.

Que NADA te detenga!… Ni siquiera el miedo al posible dolor que probablemente vaya apagándose mientras le das protagonismo al resto de tu cuerpo.

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